lunes, 17 de agosto de 2015

Ojalá estuvieras aquí...


Este libro es de esos que terminas y te dejan un sabor de boca magnífico.
No es una historia de amor, pero sí tiene amor.
No es una historia de intriga, pero sí tiene mucha intriga.
La trama está envuelta en un halo de misterio que te hace querer llegar al final y cuando quedan 20 páginas y aún no sabes qué va a resolver el puzle, o quién, llega el desenlace y cierra el círculo de una manera brillante.

El personaje principal es un arquitecto al que se le derrumba su vida en mitad de una cena. Es una persona sencilla, con una estructura muy cerrada, con las cosas claras, al que le gusta la tranquilidad y que prefiere lo simple a lo complicado por muy atractivo que este puede ser.
Sin embargo, se encuentra solo, sin una prometida con lo que ha compartido la vida durante seis años, sin ganas de seguir, sin interés en nada salvo en escuchar una y otra vez un disco que le ha regalado Marta, el disco de Eva Winter, en cuyas letras están escritas las historias que han ido conformando al Daniel que está tumbado en el sofá desde el viernes.
Y entonces, un personaje sobrio, escueto y conciso se convierte en un aventurero, en alguien que no quiere pensar, solo quiere actuar. Te sientes parte de ese cambio gracias al sinfín de detalles que se va adjuntando en la historia y al final sientes que, o te cuentan qué va a pasar con este nuevo Daniel, o te montas tú sola la película.
Muy recomendable.

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